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¡Los chicos que visitaron Bray nos cuentan sus aventuras!

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El sábado 13 cogimos el avión hacia nuestro esperado destino. Llegamos sobre las cinco al aeropuerto de Dublín. Tras salir del avión todos pensamos: !”Qué frío”¡ La sensación térmica era de estar bajo cero grados centígrados. Nos precipitamos hacia el autobús que nos llevó a Bray, que estaba a 25 minutos aproximadamente del aeropuerto, y nos dieron algunas indicaciones para evitar dificultades. Paramos frente a la academia donde pasaríamos parte de las mañanas, de lunes a viernes, y que sería nuestro punto de encuentro diario para ir a cualquier otro lugar. Allí nos esperaban nuestras familias de acogida, las cuales nos acompañaron a nuestros hogares para el resto de la semana. Había personas que vivían a cinco minutos de la academia, por lo que podían ir andando, y otras a media hora, por lo que era inevitable coger el coche. Al llegar a la casa nos dieron nuestro horario de la academia y las actividades que haríamos. El sábado no había previstas actividades externas, por lo que tuvimos la oportunidad de conocer y practicar el idioma con nuestras familias respectivas.

El domingo nos levantamos temprano, nos vestimos, desayunamos y fuimos a la academia desde donde partía el autobús para ir a un cementerio celta y a un lago enorme. Los guías de la academia nos explicaron muchas curiosidades sobre los enterramientos y los ritos que los acompañaban. Tras esto, subimos una montaña y cuando llegamos casi a lo más alto, bajamos por otro camino. Tras un buen rato andando llegamos al lago, donde nos hicimos una foto en grupo.

Nos dieron un tiempo para comer lo que nuestras familias nos habían preparado, solía ser un bocadillo, una barrita de chocolate, un paquete de patatas y una botella de agua.

Posteriormente fuimos a otro pueblo donde nos dirigimos a un acantilado con unas maravillosas vistas y nos hicimos unas fotos increíbles. Tras este intenso día, volvimos a las casas y descansamos.

El lunes fue el primer día de la academia. Al llegar nos dividimos en 3 clases por niveles. A diario teníamos dos sesiones de hora y media para mejorar nuestra conversación.  Más tarde teníamos media hora para comer.

Por fin llegó el gran día de visitar Dublín. Hicimos turismo por la ciudad divididos en dos grupos para que fuese más fácil movernos por la ciudad. Nos enseñaron muchos sitios. El recorrido acabó al llegar al Spire el cual sería el sitio de reunión el resto de días. Nos dejaron tiempo libre para poder comprar cosas. Tras media hora de tiempo libre cogimos el tren de vuelta a Bray. Allí fuimos hacia nuestras casas para cenar y ducharnos porque después iríamos a la bolera. La bolera fue una actividad super divertida. El día terminó con esa actividad.

El martes, tras la academia, volvimos a Dublín para ver un museo sobre animales que era muy interesante; tras esta actividad y tras un  tiempo libre para seguir viendo cosas muy interesantes, volvimos a Bray para cenar e ir a un hotel al lado de la academia para hacer baile irlandés que resultó muy divertido, aunque fue un poco difícil aprender todos los pasos. Fue una muy buena experiencia. Tras eso volvimos a las casas para descansar.

El miércoles, después de acabar las clases, nos dirigimos hacia la montaña que se ve desde la academia, en realidad se distingue desde  prácticamente cualquier parte de Bray porque es gigante. Estuvimos haciendo senderismo por los acantilados durante unas pocas horas, hasta que llegamos a un pueblo llamado Greystones. Allí nos dejaron tiempo libre, que muchos utilizamos para ir al supermercado y comprar chuches. Afortunadamente, volvimos a Bray en tren; estábamos todos cansadísimos. Al llegar, nos explicaron que aquella noche tocaba karaoke en el hotel y que nos quedaríamos allí mismo. A la hora de cantar, ya que nadie se atrevía, nos dejaron hacer discoteca. Propusimos canciones y estuvimos bailando y cantando hasta quedarnos sin vos.: “Acabamos agotados”, y lo peor es que algunos después de esto tenían que ducharse porque por la mañana eran sus familias las que ocupaban el baño.

El jueves, al igual que los otros dos días anteriores, volvimos a Dublin, pero esta vez nos propusieron una gymkana cultural. Constaba de diferentes pruebas y con el aliciente de un premio para el grupo que primero las realizase. Fue muy divertido. Al volver a Bray cenamos y fuimos al hotel de nuevo pero esta vez para hacer una discoteca. Bailamos y cantamos, fue divertidísimo.

El viernes, justo después de la última hora de academia, las profesoras nombraron los grupos ganadores de la gymkana, quienes recibieron chuches como premio. Después volvimos a coger el tren para ir a Dublín y estuvimos todo el tiempo de compras. Volvimos a nuestras casas para hacer la maleta puesto que al día siguiente salíamos a las 5.45 de la mañana.

El sábado, el trayecto hacia el aeropuerto fue tranquilo, porque muchos íbamos dormidos. En el aeropuerto, después facturar las maletas y pasar el control, tuvimos media hora libre para ir al baño, comprar bebidas para el trayecto, etc… Despegamos sobre las 11 y finalmente aterrizamos a las 13.30 aproximadamente.

Ha sido una experiencia “súper repetible”: nos ha encantado Bray, la academia y sus profesores, y por supuesto nuestras profesoras acompañantes ya que sabemos el esfuerzo que han hecho y que no ha sido fácil organizar un grupo tan numeroso. Recomendamos muchísimo el viaje, y sobretodo que se vaya para disfrutar además de aprender.

                                                                                                                                                                                                                                                            Pablo Morón y Candela Trasierra

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